jueves, 23 de julio de 2009

Una llamada perdida


Recordó aquel papel amarillo pegado en la nevera y fue a buscarlo. Estaba arrugado y los números borrosos parecían escurrirse licuados ante sus ojos. No tenía nombre, lo revisó sin demasiadas ganas haciendo el intento de encuadrar un rostro, unos ojos, algo que le descubriese la razón de tenerlo ahora entre sus manos. Todo inútil.
Un teléfono sin nombre se le antojaba como una puerta al misterio así que resolvió llamar, era lo mas práctico. Los tonos se fueron dando uno tras otro sin que nadie acudiera a su encuentro. Lo guardó en el bolsillo y salió sin rumbo decidido a tirarlo en la primera papelera que encontrase. Y eso hizo.
Al otro extremo de la ciudad una mujer canta en la ducha ajena al repiquetear de su móvil, no tiene identificador de llamadas, aunque verá, curiosa, una llamada perdida.

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